Este libro parte de una premisa: la posibilidad de pensar en “jugar otro juego adentro de la escuela” a partir de la intención de un colectivo docente. Para ello, la autora sostiene la necesidad de discutir el sentido del conocimiento matemático escolar para restituir la centralidad del trabajo intelectual de docentes y alumnos, lo que conllevaría la primacía del intercambio intelectual sobre el control de los aprendizajes en el vínculo entre estos actores.