Letizia Álvarez de Toledo ha observado que la vasta biblioteca es inútil; en rigor, bastaría un sólo volumen, de formato común impreso en cuerpo 9 o en cuerpo 10, que constará de un número infinito de hojas infinitamente delgadas. (Cavalieri, a principios del siglo XVII, dijo que todo cuerpo sólido es la superposición de un número infinito de planos). El manejo de este vademecum sedoso no sería cómodo: cada hoja aparente se desdoblaría en otra análoga, la inconcebible hoja central no tendría revés.